¿Qué es el género grindhouse?

Uno de los espacios más apasionantes del cine de terror es el género grindhouse. Surgido alrededor de los años 70 en Estados Unidos, el cine grindhouse narra sus historias de una forma muy sangrienta. Y es que los temas que trata no son muy complejos que digamos, destacando tramas como el canibalismo, el sexo y el subgénero Z.

En las películas grindhouse, en su gran mayoría producciones de bajo presupuesto, podemos ver zombies y otros monstruos, además de tramas propias del cine slasher. El sexploitation también es muy recurrente, es decir, mezclar violencia, sadismo y sexo en películas muy gráficas e impactantes. Además, era común en los cines y teatros proyectar varias cintas de este género en una única sesión y a precios muy bajos. Esto es lo que hicieron Robert Rodríguez y Tarantino con sus respectivas obras ‘Planet Terror’ y ‘Death Proof’, dos historias con puntos de unión entre sí que agrupadas se titularon precisamente ‘Grindhouse’, proyectándose en cines de forma conjunta.

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‘Planet Terror’, (2007)

El género grindhouse fue toda una revolución en las décadas de los 70 y 80. En contraposición con el cine de directores como Martin Scorsese, Woody Allen y Kubrick, el cine grindhouse producía películas de fácil visionado y comprensión, creadas simplemente para el disfrute (o para el horror) del espectador. Sin embargo, eso no quiere decir necesariamente que se trate de un género de mala calidad. Económicamente hablando, es fácil hacer este tipo de películas, lo que precisamente supuso un trampolín para directores que no contaban con demasiado presupuesto. Lo que no es sencillo es saber cómo combinar los distintos atributos de este género (violencia, sexo, terror, fantasía, etc.), aderezando esta este cóctel con una buena dosis de humor negro.

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Erotismo tarantiniano en ‘Death Proof’ (2007)


“Cualquiera puede hacer cine grindhouse, pero no cualquiera puede hacerlo bien”
. Así resumiría la esencia de este tipo de cine no apto para estómagos delicados. Entre los que sí lo hicieron bien porque sus películas se han convertido en obras de culto, está el (para mí, infravalorado) Ed Wood con ‘Plan 9 del espacio exterior’ (1959), el gran Wes Craven con ‘La última casa a la izquierda’ (1972) y hasta el mismísimo Peter Jackson, del que nadie habría pensado que haría trilogías como ‘El señor de los anillos’ tras ver su ópera prima, ‘Bad Taste’ (1987).

A estos clásicos se suma el ya citado proyecto de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino, ‘Grindhouse’ (2007), todo un homenaje al mundo del terror y, más concretamente, a las producciones de serie B que hacían temblar y reír a partes iguales. Mientras que Tarantino se ocupó del guion de ‘Death Proof’, más cercana al slasher, Rodríguez optó por la vertiente más extravagante, alienígena y explícita con ‘Planet Terror’. Las tramas están relacionadas y tienen personajes en común. Además, un detalle curioso es que el propio Tarantino aparece como actor en ambas películas, aunque en este caso interpretando a personajes diferentes. Pero, de lo que no cabe duda es de que juntas forman un tándem explosivo que pocos cinéfilos han conseguido olvidar.

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Cartel de presentación de ‘Grindhouse’ (2007)

 

¿Merece la pena ver ‘Victor Frankenstein’?

Hacer una película sobre una historia tan conocida como la del monstruo de Frankenstein no es tarea fácil. Por eso, sentía mucha curiosidad por ‘Victor Frankenstein’ de Paul McGuigan, precuela en la que el doctor Frankenstein y su ayudante Igor son interpretados por dos de mis actores favoritos, James McAvoy y Daniel Radcliffe.

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Está bien arriesgar y eso es algo demostró Burr Steers con ‘Orgullo, prejuicio y zombies’ en su macabra versión de la novela más famosa de Jane Austen. McGuigan ha intentado hacer lo mismo con el clásico de Mary Shelley pero, en mi opinión, no con el mismo éxito. Si tuviera que resumir ‘Victor Frankenstein’ en una sola frase, la definiría como “una película que promete mucho y cumple poco”.

La primera parte de la cinta sí merece la pena, pues en ella profundizamos en el personaje de Igor Strausman (que en realidad no es Igor Strausman, pero eso ya lo veréis) de la mano de un expresivo y sensible Daniel Radcliffe. También me gusta la interpretación de Frankenstein de James McAvoy, que le aporta cierta rebeldía de la que carece en otras versiones del clásico y en el propio libro de Shelley. La película empieza así como una precuela original y divertida, en la que los inicios de la amistad entre el doctor y su ayudante se plantean de una forma diferente, mezclando el terror con el humor ácido.

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Bravo, Daniel, bravo.

Lo que bien comienza, no siempre bien acaba. Esta ‘comedia de terror’ va dejando paso a muchas (¡¡demasiadas!!) escenas de acción que distraen y abruman al espectador, perdiendo profundidad en los personajes y en tramas más interesantes como la relación de los protagonistas o la propia creación del monstruo. Y así es hasta el final, un desenlace un poco insípido y ligeramente abierto. O eso da a entender.

Respondiendo a la pregunta que se plantea en el título, sí, merece la pena ver ‘Victor Frankenstein’. Merece la pena siempre que no tengas nada mejor que hacer, claro.

Terroríficamente Poe

En este blog ya hemos hablado alguna vez de genios clásicos del género de terror. Por desgracia, no todo el mundo se deja embriagar por la magia de los autores de siglos pasados y se conforma con el «terror enlatado» que nos vende la industria hollywoodiense o las series de televisión. Nadie niega la importancia de best sellers actuales o de grandes estrenos cinematográficos (yo soy la primera que consume estos contenidos con ansias de pavor), pero muchas veces solo los antiguos escritores son capaces de presentar auténticas historias de miedo, narraciones ajenas a cualquier filtro, relatos puros y escritos con pluma y sangre. Y es que en la actualidad, con tantos efectos especiales y con argumentos tan explotados, parece que nada nos sorprende y que cuesta dar con una buena historia de terror. Por eso, a veces es bueno sucumbir a la nostalgia y sumergirse en el pasado para experimentar el verdadero horror…

El pionero del relato corto
Probablemente, aquel 19 de enero de 1809 el cielo se tornaba grisáceo y el frío desnudaba a los árboles de la ciudad de Boston. Así, en un panorama frío, hostil y terrorífico, nacería Edgar Allan Poe, que años más tarde llevaría al papel innumerables escalofriantes historias. Lo cierto es que Poe puede calificarse como un hombre polifacético, pues no solo se ganó la vida como periodista o crítico, sino que entregó su alma a la poesía. No obstante, las creaciones que más le dieron a conocer y que hicieron que su nombre quedara grabado en el firmamento de la inmortalidad fueron sus relatos breves. De hecho, Poe es considerado uno de los pioneros estadounidenses en este arte.

Entre sus cuentos destacan diversos géneros, como el detectivesco o el de ciencia ficción. Pero, posiblemente, los más interesantes sean los llamados por muchos macabros. Y lo cierto es que es una denominación que hace justicia al contenido… El estilo de Poe es exquisito, deteniéndose en los detalles y explotando la belleza incluso de los sucesos más trágicos. La temática es bastante variada, desde el sufrimiento por amor hasta la auténtica locura y sed de sangre. Y, lo que más me llama la atención (al igual que en las Leyendas de Bécquer) es esa forma de generar pavor casi instantáneo. No necesita imágenes ni ningún tipo de reclamo audiovisual, sino que con sus escenarios descritos y las sensaciones de los personajes es capaz de trasladar esos peligros a la realidad del lector, que no puede evitar interrumpir su lectura y vigilar sus espaldas…

Para acabar, quería citar los dos cuentos que más me han dejado petrificada. Para muchos críticos y lectores, Los crímenes de la calle Morgue es la obra cúspide de los relatos de Poe, pero yo he «sufrido» bastante más con El gato negro. Quizá es porque estoy acostumbrada a que el centro de mis pesadillas sea ocupado por asesinos, psicópatas o zombies, es decir… humanos (o casi). Sin embargo, este breve relato ha conseguido que tiemble al pensar en la maldad escondida en el animal protagonista de la historia: un gato. ¡Un simple gato! Una pequeña criatura que desencadena terribles acontecimientos, que provoca macabras prácticas y que intimida solo con la mirada amarillenta.

La otra historia que me ha hecho estremecer ha sido Lady Ligeia, un relato de amor que, sin necesidad de incluir sangre, vísceras y torturas, mantiene la tensión durante toda la lectura y eriza el vello hasta del más valiente. Además, una especie de aire místico envuelve toda la obra… Muy, muy recomendable.

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Edgar Allan Poe (1809-1849) – Fotografía de Kevin Dooley

No dudéis en leer al menos un cuento de Poe (son muy breves, de verdad), pero mientras lo hacéis no dejéis de vigilar vuestras espaldas… por si acaso.

Halloween en casa.

Halloween, Halloween, Halloween… Halloween ya está aquí.
Aunque muchas veces celebrar esta fiesta de origen celta e importada de Estados Unidos es criticado (el típico argumento de «Halloween no es español. ¿Acaso celebran los estadounidenses la Virgen del Pilar?»), siempre nos hace bastante ilusión que llegue el día. Queráis que no, nos parece curioso ver los disfraces de la gente (que si al guapo de clase le sienta muy bien el disfraz de vampiro, que si el disfraz de calabaza de mi vecina parece de naranja, que si yo hubiera ido mucho más guapo/a…) y de los famosos (os dejo AQUÍ un artículo sobre los famosos más implicados con la fiesta de los muertos). También nos solemos divertir poniendo calabazas, murciélagos y fantasmitas en el nick del Messenger (¿¿Messenger?? Uy, en 2012… quería decir Whats App) y tuiteando cosas desde curiosas hasta chorras sobre esta terrorífica celebración. Sea como sea, Halloween se hace querer y solemos sentir algo especial cuando llega el día. Y es que en el fondo todos estamos sedientos de terror…

– Si no pido caramelos, ¿qué hago?
Aunque a más de uno nos gustaría, ya no estamos en edad de pasearnos por el vecindario con nuestra bolsita en forma de calavera en busca de caramelos, chocolate o una propinilla. Ya no podemos decir «¿Truco o trato?» con voz angelical para engatusar a esa vecina anciana que siente debilidad por los niños. Pero… lo que sí podemos es divertirnos.

Seguramente todos soñemos con vivir una fiesta de Halloween del rollo casa decorada, música rock a tope y vampiros/as sexys por doquier. Sí, la típica fiesta universitaria en la que emborracharnos con ponche rojo y aprovechar que estamos camuflados bajo una sábana blanca para ligar. Pero, si eso no es posible, hay otras alternativas. Y aunque ni siquiera salgas de casa a ni vayas las típicas discotecas «Si pasas por la lista de Pepito y te disfrazas, entras gratis hasta la 1:00h», puedes pasártelo bien. Veamos las alternativas…

1) Pelis de miedo que nunca fallan.
El cine, nuestro gran salvador. El cine, principal arma contra el aburrimiento. Además de ver el típico maratón de pelis de terror que echan en la tele, puedes buscar tú mismo películas que han pasado a la historia por hacer temblar al personal.
Como lo clásico nunca falla, no me cansaré de recomendar «El exorcista» (reconócelo: te sigue dando miedo cuando la cabeza de la niña empieza a dar vueltas), cualquiera de Freddy Krueger (su cara quemada… aaahhg) o «Drácula» (la más vintage de todas, pero mítica).
Si prefieres el cine más moderno y gore, haz un repaso por la saga SAWo sufre con la niña de «The ring».
Y si en vez de pasar miedo quieres vomitar arco iris… nada mejor que los vampiros y hombres lobo de la saga Crepúsculo.

2) Un buen libro, un buen escalofrío.
Aunque quizá suene freak, quedarse en casa leyendo un buen libro junto al calor de la chimenea (o radiador) es bastante atractivo. Jamás me cansaré de recomendar las Leyendas de Bécquer, ya que en cuestión de literatura no hay nada mejor que los clásicos. Por eso mismo, la novela Frankenstein de Mary Shelley también es una buena opción, ya que además de inspirar pavor contiene reflexiones psicológicas.
Por supuesto, Hitchcock y Stephen King son dos genios de este género, aunque autores más desconocidos como Joe Hill nos pueden sorprender.
Por último, hay un escritor muy bueno «made in Spain» que narra horripilantes historias de zombies: Víctor Blázquez. En su web puedes leer ( Free !!!! ) los cuatro primeros capítulos de su aclamado libro «El cuarto jinete»).

3) Mmm.. delicious!
Sí, ¿por qué en vez de mancharnos de sangre no nos manchamos de harina?
Estéis o no acostumbrados a cocinar, invitad a vuestro mejor amigo a casa (o mismamente con tu hermano pequeño, que le hará ilusión) y seguid o cread alguna receta terrorífica (¿qué mejor manera de acompañar la película en el sofá?). En Internet podéis encontrar muchas recetas, aunque os dejo este post que contiene platos escalofriantes muy, muy fáciles de hacer (prometido).

4) Órgano y violines.
Nos encanta la música. Nosotros mismos reconocemos que no podríamos vivir sin ella. Por ello… ¿qué mejor manera que disfrutar de Halloween a través de canciones y videoclips? Aquí una pequeña recopilación.

5) Escribid y compartid.
¿No os sucede que a veces os hartáis de que las series/películas repitan siempre los mismos topicazos de Halloween? Si es así… ¿por qué no escribís un pequeño relato? Imaginad, soñad y cread una historia. Y después de tener la pesadilla hecha papel, ¿por qué no la compartís con la gente? Seguro que le gusta a alguien y eso haga que algún día seáis pequeños Stephen Kings…

Además de esto, también podemos leer y ver documentales sobre pueblos fantasmas, espíritus y misterios de resolver. También podemos, pincel y ceras en mano, crear fáciles adornos para tu habitación. Podemos, incluso, mirar tutoriales en Youtube para maquillarnos y tener una apariencia terrorífica (más que cuando nos levantamos). Pero, sea como sea, si queremos, no nos aburriremos en Halloween (ni aunque lo pasemos en Home, sweet homre).

Happy Halloween !!

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Fotografía de Hanna Horwarth.

Pelis de miedo que hacen reír: «Arrástrame al infierno».

Recuerdo con total nitidez lo que pensé al ver el tráiler de la película de Sam Raimi, «Arrástrame al infierno». Pensé: «¡Oh! Hace mucho que no veo una buena peli de terror. Ésta será mi peli del verano, lo sé». Como os voy a contar en breve, no soy muy buena adivina que digamos… Puede que la película «marcara» mi verano, pero no precisamente por producirme pavor, sino por provocarme risa (además de la sensación de haber tirado el dinero).

VER TRÁILER EN ESPAÑOL DE «ARRÁSTRAME AL INFIERNO».

Lo cierto es que el argumento no estaba mal. Christine tenía una vida perfecta, un novio perfecto y trabajaba concediendo créditos en un banco. Sin embargo, a veces se encontraba con situaciones embarazosas, como cuando una anciana (la señora Ganush) acude a pedirle una moratoria y ante la negación de la joven, acaba perdiendo su casa. No obstante, Christine no se lamentó por remordimientos de conciencia, sino por la venganza que la anciana ideó para acabar con la paz de su equilibrada y perfecta vida. La vida de Christine se había convertido en un infierno. De hecho, acaba estando tan desesperada que contrata los servicios de un extraño brujo para conjurar un hechizo que acabe con la anciana que estaba destrozando su vida. Una tarea difícil cuyo final no os develaré por si tenéis intención de ver está comedia, digo peli de terror.

Hasta aquí todo bien, ¿dónde está la gracia? Bueno, pues la gracia está, y aparece en toda la película. Aunque el largometraje cuenta con algunos sustos inesperados, produce más grima que otra cosa (sobre todo por el rostro enloquecido de la anciana y su babosa boca). Los efectos especial son penosos, no tienen nada que ver con los utilizados en otras películas de Sam Raimi como «Spiderman».
Hay escenas que son tan cutres que provocan carcajadas, como cuando una especie de cabra ataca a Christine (una cabra de juguete, pezuñas incluidas). De juguete parece también el gato que engulle la extraña cabra, que acaba escupiéndolo, saliendo disparado un animal tan tieso que parece comprado en el «todo a cien». Además, se nota que se han utilizado caretas y rudimentarios efectos informáticos para simular el desprendimiento de los ojos de la cara de la anciana cuando le cae un objeto encima. Sí, una escena propia de los dibujos de Tom y Jerry.

Hay otras escenas cutres que os dejaré que descubráis vosotros mismos, aunque os diré que estéis atentos cuando salen moscas en las pesadillas de Christine (hasta sale el primer plano de una mosca que se frota socarronamente las patas frente a la cámara). Terrorífico, ¿no?

Bueno, en futuras entradas os recomendaré películas que inspiran auténtico terror y que debéis apuntar en la lista de pelis que ver antes de morir. No obstante, esta película cuyo tráiler me cautivó no la recomiendo. Eso sí, si queréis reíros un poco, es una película perfecta, al menos no os dejará indiferentes.

Intentaré hablaros en otras entradas de otras películas que, intentando dar miedo, acaban siendo el más gracioso de los chistes.
Disfrutad, pequeños zombies…

arrástrame al infierno