Víctor Blázquez: «Contar historias siempre ha sido mi mayor sueño»

Primero fueron los zombies; después, los extraterrestres y, ahora, los nazis. Después del gran éxito de “El cuarto jinete”, Víctor Blázquez no ha parado de escribir. Los zombies de “El cuarto jinete” le supieron a poco y, por eso, se atrevió con su secuela, “El cuarto jinete: Armagedón”. Al escribir “Orilla intranquila” decidió cambiar de criaturas, sustituyendo los muertos vivientes por alienígenas, aunque el tema del apocalipsis seguía presente. Ahora acaba de lanzar “No existen los monstruos”, una obra que se adentra en los secretos de la Segunda Guerra Mundial, conservando sus toques de terror más personales.

No existen los monstruos

Portada de «No existen los monstruos», el nuevo libro de Víctor Blázquez

“Checoslovaquia está ocupada por los nazis y un grupo de guerrilleros se lanza en paracaídas tras las líneas enemigas con el objetivo de preparar el mayor atentado que los Aliados hayan planteado jamás. Con ellos viaja un americano del que nadie sabe nada y, por tanto, del que desconfían. Y, mientras tanto, en Praga se suceden una serie de muertes terribles…”. Estas son las palabras que Víctor nos desvela sobre su último libro, “No existen los monstruos”, que vio la luz el pasado 22 de noviembre. Aunque es un thriller histórico, el autor reconoce que incluye “acción, suspense y amor” y, como no, “unas gotitas de terror”.

Aunque opina que madura como escritor con cada historia que escribe, su estilo propio está más patente que nunca en esta historia. Es un libro del que está muy orgulloso no solo por el resultado, sino por su largo proceso de gestación: “La labor de documentación ha sido exhaustiva y agotadora. Esta novela lleva en mi mente más de cinco años sin decidirse a salir y, mientras tanto, no he dejado de leer e informarme sobre el tema”. Y es que no solo ha investigado sobre la vida en aquella época, sino sobre armamento, vestuario y todo tipo de detalles que se incluyen en la obra. “Incluso, aproveché un viaje de placer a Praga para visitar algunas de las localizaciones”, explica, “He intentado ser lo más exhaustivo posible en la documentación, aunque luego mi estilo de narración tienda más a lo visual que a lo descriptivo y se salte algunas cosas”.

Precisamente es su estilo innovador el que le ha hecho un hueco en el mundo literario. Con “El cuarto jinete” ya experimentó con la inusual narración en segunda persona y, por supuesto, con los zombies. “Elegí a los zombies porque siempre me han gustado por la capacidad que tienen para arrinconar a los personajes y llevarlos al límite”, explica Víctor, “Además, otra razón de peso es la puerta que ha abierto la línea Dolmen a los autores noveles en su línea 5”. Y es que Víctor ya nos contó en otra entrevista que la “moda” actual por el género Z le ha dado más visibilidad, así como “El cuarto jinete” le ha abierto una puerta inmensa: “Yo escribo desde hace muchos años pero no había publicado nada hasta entonces”.

Otra de sus innovaciones llegó con “Orilla intranquila”, un libro especial por, entre otras cosas, tener banda sonora. El escritor eligió la canción “Valientes” del grupo Histeria Innokua para “hacerlo más inmersivo” y “enriquecer la historia”. Aunque la canción no habla de invasiones extraterrestres en el sentido literal, sí hace referencia a la lucha y a la resistencia, por lo que Víctor recomienda acompañar la lectura con la música de fondo. La música es un atributo que puede hacer disfrutar más este libro que el autor sevillano escribió por su interés en la cultura precolombina, entre otras cosas, aunque confiesa no sentir mucho miedo por las profecías.

Con V de Víctor
Hace ya unos cuantos años, un niño sudoroso sostenía un termómetro en la boca y era engullido por una decena de mantas. Mientras Víctor pasaba el sarampión, su madre le leía un libro de aventuras y fantasía. Fue entonces cuando se dio cuenta de que quería ser escritor. Quería materializar esas épicas batallas que imaginaba en su mente y, de hecho, lo hizo. “Empecé a leer con más ganas y a escribir mis historias en un cuaderno que aún conservo. Eran unas historias terribles, pero mi madre las leía con pasión”. A partir de entonces nunca dejó de escribir, aunque también pensó en ser director de cine y contar historias mediante imágenes. Víctor sonríe: “Contar historias. A eso se reduce todo, ¿no?”

Víctor Blázquez

El insaciable lector de Stephen King y Adam Folsom, entre otros, opina que un escritor nace y se hace. “Hay una parte que se nace, que es el deseo de contar historias. Pero es imposible ser escritor si no te haces, si no te formas y lees y escribes mucho. Y, sobre todo, si no te rodeas de gente que te encauce y te muestre tus puntos fuertes y débiles”. También nos cuenta que no tiene una fórmula particular para crear sus personajes. Simplemente, piensa lo que “le vendría bien a la historia” (por ejemplo, un tipo egoísta) y lo toma como punto de partida para después profundizar. Además, siempre intenta dotar a cada personaje “de algo positivo y algo negativo” e, incluso, a veces se inspira en gente que conoce, aunque coge “cosas tan pequeñas” de ellos que no cree que alguna vez lleguen a sentirse identificados.

Aunque puede parecer que un escritor de terror no le tiene miedo a nada, Víctor confiesa su mayor temor en la vida: “Todos mis miedos están relacionados con mis hijos. Que les pueda pasar algo me aterra”. Recordando de nuevo a ese niño con sarampión que soñaba con historias de guerrero y criaturas, confiesa que temía a la oscuridad. “Luego llegó Expediente X, me enganchó y acabé perdiendo el miedo a la oscuridad. Eso sí, los insectos a una distancia prudente, por favor”. También sonríe al recordar de su infancia películas como “Los goonies” o “El vuelo de los dragones” y afirma que puede recitar pasajes enteros. También es fan de “Pulp Fiction” y, en cuanto a películas de zombies, se queda con “28 días después”. Con el tema del fin del mundo no es tan conciso y cita numerosos films: “Doomsday”, “Mad Max” y, sin duda, “Armageddon”. Entre risas, pregunta: “¿Acaso no dicen que las mujeres lloran con Tú y yo y los hombres con Armageddon?”

BSO
Así como “Orilla intranquila” contaba con su banda sonora, ¿la vida de Víctor Blázquez también? El escritor nos desvela la música perfecta para 10 momentos de su vida.

– Lunes por la mañana. Las sábanas se te pegan pero tienes que levantarte.
“Iberia sumergida” de Héroes del Silencio. No hay nada que me ponga más a tono que esa canción.

– Conduces… en un atasco.
“Nostalgias imperiales”, de Bunbury.

– Conduces… en una carretera desierta y vieja, como la ruta 66.
Algo de White Buffalo. “The Whistler”, podría ser.

– Una tarde cualquiera estás jugando con tus hijos.
Aquí mandan ellos, probablemente “Los Cantajuegos”.

– Otra tarde cualquiera, momento con esa persona especial.
“El rescate”, Bunbury de nuevo. Es una canción preciosa sobre el amor.

– Sale el sol y decides salir a correr o montar en bicicleta para motivarte.
“El disparo de Lucky Luck”, de Histeria Innokua.

– Feliz Navidad.
Menos villancicos, lo que sea.

– Desempolvas álbumes de fotos antiguas.
“Yo mismo”, de Shuarma.

– Acabas de tener una idea literaria estupenda. ¡Proyecto a la vista!
Lo que le pegue a la historia. O lo que al menos a mí me parezca que le pegue en ese momento. Puede ser una banda sonora, por ejemplo. Me suelen motivar bastante.

– Acabas de terminar tu libro. ¡Uf!
Curiosamente, no tengo canción para esto…

Recorrido
El tiempo pasa y, a lo largo de su vida, Víctor confiesa que jamás olvidará lugares como México, donde se enamoró de sus costumbres y su gente. Tampoco su tierra, Sevilla, de la que tiene preciosos recuerdos sobre todo relacionados con su familia y amigos. Tiene claro que si fuese un superhéroe no sería uno “blandito” como Superman, sino otro más misterioso y con lado oscuro como Batman. Vaya donde vaya (por ejemplo, a lugares que quiere conocer como Venecia y Roma), nunca se marchará sin su reproductor de música y no echará de menos la tortilla de patata con cebolla (“¡Es un sacrilegio echarle cebolla!”). Y, finalmente, cuando sea un anciano y mire hacia atrás, desea que le recuerden como buena persona y buen padre. “No me importa si me recuerdan como buen escritor. Ni siquiera importa que sepan que escribí unas cuantas novelas en mi época. Me parece mucho más importante lo otro”.

Terroríficamente Poe

En este blog ya hemos hablado alguna vez de genios clásicos del género de terror. Por desgracia, no todo el mundo se deja embriagar por la magia de los autores de siglos pasados y se conforma con el «terror enlatado» que nos vende la industria hollywoodiense o las series de televisión. Nadie niega la importancia de best sellers actuales o de grandes estrenos cinematográficos (yo soy la primera que consume estos contenidos con ansias de pavor), pero muchas veces solo los antiguos escritores son capaces de presentar auténticas historias de miedo, narraciones ajenas a cualquier filtro, relatos puros y escritos con pluma y sangre. Y es que en la actualidad, con tantos efectos especiales y con argumentos tan explotados, parece que nada nos sorprende y que cuesta dar con una buena historia de terror. Por eso, a veces es bueno sucumbir a la nostalgia y sumergirse en el pasado para experimentar el verdadero horror…

El pionero del relato corto
Probablemente, aquel 19 de enero de 1809 el cielo se tornaba grisáceo y el frío desnudaba a los árboles de la ciudad de Boston. Así, en un panorama frío, hostil y terrorífico, nacería Edgar Allan Poe, que años más tarde llevaría al papel innumerables escalofriantes historias. Lo cierto es que Poe puede calificarse como un hombre polifacético, pues no solo se ganó la vida como periodista o crítico, sino que entregó su alma a la poesía. No obstante, las creaciones que más le dieron a conocer y que hicieron que su nombre quedara grabado en el firmamento de la inmortalidad fueron sus relatos breves. De hecho, Poe es considerado uno de los pioneros estadounidenses en este arte.

Entre sus cuentos destacan diversos géneros, como el detectivesco o el de ciencia ficción. Pero, posiblemente, los más interesantes sean los llamados por muchos macabros. Y lo cierto es que es una denominación que hace justicia al contenido… El estilo de Poe es exquisito, deteniéndose en los detalles y explotando la belleza incluso de los sucesos más trágicos. La temática es bastante variada, desde el sufrimiento por amor hasta la auténtica locura y sed de sangre. Y, lo que más me llama la atención (al igual que en las Leyendas de Bécquer) es esa forma de generar pavor casi instantáneo. No necesita imágenes ni ningún tipo de reclamo audiovisual, sino que con sus escenarios descritos y las sensaciones de los personajes es capaz de trasladar esos peligros a la realidad del lector, que no puede evitar interrumpir su lectura y vigilar sus espaldas…

Para acabar, quería citar los dos cuentos que más me han dejado petrificada. Para muchos críticos y lectores, Los crímenes de la calle Morgue es la obra cúspide de los relatos de Poe, pero yo he «sufrido» bastante más con El gato negro. Quizá es porque estoy acostumbrada a que el centro de mis pesadillas sea ocupado por asesinos, psicópatas o zombies, es decir… humanos (o casi). Sin embargo, este breve relato ha conseguido que tiemble al pensar en la maldad escondida en el animal protagonista de la historia: un gato. ¡Un simple gato! Una pequeña criatura que desencadena terribles acontecimientos, que provoca macabras prácticas y que intimida solo con la mirada amarillenta.

La otra historia que me ha hecho estremecer ha sido Lady Ligeia, un relato de amor que, sin necesidad de incluir sangre, vísceras y torturas, mantiene la tensión durante toda la lectura y eriza el vello hasta del más valiente. Además, una especie de aire místico envuelve toda la obra… Muy, muy recomendable.

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Edgar Allan Poe (1809-1849) – Fotografía de Kevin Dooley

No dudéis en leer al menos un cuento de Poe (son muy breves, de verdad), pero mientras lo hacéis no dejéis de vigilar vuestras espaldas… por si acaso.

Escritores terroríficos: JOE HILL.

Ahora que se acercan las vacaciones el tiempo libre se nos amontona y, a veces, no sabemos como llenarlo. Aparte de soñar con zombies y calderos llenos de vísceras, un buen pasatiempo puede ser la lectura. Y por supuesto, Shakespeare aparte, no hay nada mejor que un buen libro de terror que te deje petrificado en pleno tren o que consiga que te hagas pipí en la cama y no puedas pegar ojo. No obstante, no conoces ningún libro que te haga pasar verdadero miedo pero cuyo argumento no apeste, sino que te sorprenda. No te preocupes, esa pesadilla se va a acabar…

Os presento a JOE HILL, un escritor estadounidense que está cambiando las nociones clásicas del terror. Os puedo asegurar como lectora y amante de las historias sangrientas que no os dejará indiferente. Os recomendaré los dos libros que yo me he leído de este autor que, casualmente, son los más conocidos. ¡Ahí van, pequeños vampiros!

Fantasmas: Para cada noche, una historia. Sí, lo que lees, este libro agrupa 14 historias fantasmagóricas y espeluznantes que te dejarán helado. Desde monstruos imposibles y babosos que arrasan insistitutos y devoran hasta la pizzara hasta extrañas apariciones de espíritus en bosques misteriosos. Sí, hay argumentos e historias para todos los gustos y estómagos. En mi caso, no me gustan demasiado las de efectos especiales (veáse la del Niño langosta) y prefiero las de misterio y sanrgientos fantasmas que regresan del mundo de los muertos. No obstante, lee y opina tú mismo.

El traje del muerto: Increíble, maravillosa, orgásmica. Así defino yo esta obra en la cual me enamoré de Joe Hill. ¿Por qué me gusta? Porque no es la típica historia de terror que ha explotado la industria hollywoodiense. En este caso, el protagonista es un excéntrico rockero asquerosamente rico que gasta su fortuna en macabros artilugios (partes del cuerpo humanas, terroríficos talismanes, una película porno con final sangriento, etc.). Su última y carísima adquisición es el traje de un difunto que acabará perturbando su paz y que está bastante ligado con su vida, más de lo que él cree. Terror, rock, sexo, misterio… este libro tiene de todo. Recomendadísimo.

Y esto es todo por hoy. Espero que disfrutéis con Joe Hill y su extraordinario sentido del… terror.