‘It Follows’ y el miedo de no estar solo

Que si el cine de terror siempre es igual, que si ya no se hacen películas como las de antes, que si el género está sobrevalorado… Estas son solo algunas de las frases que los amantes del terror nos vemos obligados a escuchar cada día. Bien es cierto que estoy en parte de acuerdo con que el cine de terror clásico es inigualable y que, actualmente, se abusa de temas demasiado recurrentes como los exorcismos y casas invadidas de espíritus que enloquecen a los mediums. Aun así, y como ya he dicho en otras ocasiones, el cine de terror es un género bastante incomprendido e infravalorado y, quién dice que no tiene sustancia (que no tiene ‘chicha’, vamos), no ha visto demasiadas buenas pelis. En los últimos años, las películas de este género se están reinventando, sobre todo en su variante más indie. Se ha empezado a apostar por el miedo más psicológico, ese que hace temblar el cuerpo, las entrañas y hasta el alma.

Hay propuestas bastante originales como las entregas de ‘The Purge’ (de las que también hemos hablado aquí), que explotan el lado más diabólico y grotesco del acto de matar, confluyendo los intereses de un Estado que quiere «limpiar» el país de los estratos más desfavorecidos y el puro disfrute que sienten algunas personas al acabar con la vida de alguien.

Justamente ayer tuve el placer de ver por primera vez ‘It Follows’, la película con la que el joven director David Robert Mitchell consiguió ser aclamado por la crítica en el Festival de Cannes de 2014. Lejos de todos los típicos de algunas producciones del género, ‘It Follows’ apuesta por el terror más psicológico y real. Y es que… ¿quién no ha tenido la sensación de ser seguido u observado por la calle? Esto es precisamente lo que le sucede a Jay, la protagonista, víctima de una maldición que ha llegado a ella de la forma más sorprendente: mediante el sexo. Pero esta analogía con las enfermedades de transmisión sexual va mucho más allá, ya que todo aquel que sufra esta maldición será presa de un horrible y mortal destino si no se la transmite pronto a otra persona.

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Las escenas de muerte, sufrimiento y sangre son escasas y poco explícitas, pero no son necesarias. La clave está en la tensión de saberse observado, de sentir una presencia que solo tú puedes ver anhelando tu cuerpo. Es precisamente esta tensión la que consigue que los 100 minutos de la cinta, construida en un ritmo lento, transcurran deprisa. Cada escena y cada detalle visual están cuidados y pulidos al límite al igual que una banda sonora que transporta al espectador a un lugar donde las pesadillas se hacen realidad.

Confiad en mí y disfrutad de ‘It Follows’. Os aseguro que jamás volveréis a dejar de vigilar vuestras espaldas.

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